"Eman ta zabal zazu munduan frutua" ("Gernikako Arbola", de Iparragirre)

12 de enero de 2006

Por la unidad de los cristianos

¡Gran semana la que nos espera!

Del día 18 al 25 se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Esta fecha se celebra desde 1908, y en las últimas decadas un Consejo Ecuménico marca los temas y los textos que se tomarán en cuenta en las celebraciones.

Como tantas otras cosas interesantes, reconozco que la he descubierto hace muy poco: los materiales de este año pueden leerse aquí. El lema será "Donde dos o tres se reunen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20).

El ecumenismo es un objetivo eterno de la gran familia cristiana, y especialmente querido por el Papa Benedicto; tanto él como Juan Pablo II hicieron multitud de gestos y de avances para ayudar al acercamiento de las distintas confesiones cristianas, así como para promover el diálogo con otras confesiones.

La oración es un arma importantísima para lograr este objetivo (y, si alguien sabe de alguna iniciativa que se organice en Madrid en estas fechas, ¡que avise!). Pero otro punto importante es la actitud al acercarse al ecumenismo: el respeto a quien piensa (y cree) distinto, y el intento de valorar sus creencias sin desdeñarlas con orgullo.

No cayendo en el relativismo del "todo vale", desde luego: si renunciamos a nuestra propia creencia en aras al "buen rollito", estamos asesinando el diálogo desde antes de empezarlo, porque perdemos a uno de los interlocutores: nosotros mismos. Pero tampoco diciendo cosas como "Vosotros no tenéis ni idea", "Sois malos cristianos", "Dónde habéis leido eso", etc. Esa actitud, aparte de no ayudar a un diálogo abierto y que dé frutos, anima precisamente a la discordia, con lo que dificulta el llamamiento divino a "que todos sean uno para que el mundo crea".

Por el contrario, me encantará debatir con cualquier cristiano que no comparta todos los elementos de mi fe, de forma tranquila y respetuosa; lo mismo que intento hacer en mi diálogo con no creyentes, por otra parte. Desde el respeto mutuo, un respeto que no implica renuncia, sino simplemente apertura.

Termino (aunque esto se haya hecho largo) con las palabras del Santo Padre en su primera homilía tras su elección:

Alimentados y sostenidos por la Eucaristía, los católicos no pueden menos de sentirse impulsados a la plena unidad que Cristo deseó tan ardientemente en el Cenáculo. El Sucesor de Pedro sabe que tiene que hacerse cargo de modo muy particular de este supremo deseo del divino Maestro, pues a él se le ha confiado la misión de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22, 32).

Por tanto, con plena conciencia, al inicio de su ministerio en la Iglesia de Roma que Pedro regó con su sangre, su actual Sucesor asume como compromiso prioritario trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los discípulos de Cristo. Esta es su voluntad y este es su apremiante deber. Es consciente de que para ello no bastan las manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos concretos que penetren en los espíritus y sacudan las conciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior, que es el fundamento de todo progreso en el camino del ecumenismo.

El diálogo teológico es muy necesario. También es indispensable investigar las causas históricas de algunas decisiones tomadas en el pasado. Pero lo más urgente es la "purificación de la memoria", tantas veces recordada por Juan Pablo II, la única que puede disponer los espíritus para acoger la verdad plena de Cristo. Ante él, juez supremo de todo ser vivo, debe ponerse cada uno, consciente de que un día deberá rendirle cuentas de lo que ha hecho u omitido por el gran bien de la unidad plena y visible de todos sus discípulos.

El actual Sucesor de Pedro se deja interpelar en primera persona por esa exigencia y está dispuesto a hacer todo lo posible para promover la causa prioritaria del ecumenismo. Siguiendo las huellas de sus predecesores, está plenamente decidido a impulsar toda iniciativa que pueda parecer oportuna para fomentar los contactos y el entendimiento con los representantes de las diferentes Iglesias y comunidades eclesiales. Más aún, a ellos les dirige, también en esta ocasión, el saludo más cordial en Cristo, único Señor de todos.


¡Amén!

Escrito por Eleder a las 11:17 p. m.

2 aportaciones

Anonymous Anónimo dijo:

hola
muy lindo e interesante tu blog, son temas de mi interes y me gusta tu forma de tomarlos. si quieres puedes ver mi blog. aunque es como mi diario de vida y pensamientos, no algo tan elaborado como el tuyo
que dios te bendiga.
www.sandrinenet.blogspot.com

7:48 a. m.

 
Blogger Misionero dijo:

Soy un luchador por la paz personal y por la paz mundial. La unidad es indispensable para lograr esa paz tan dseada.Buen trabajo amigo, te leo con mucho intrés. Un saludo de bendiciones iluminadas

8:23 p. m.

 

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